1.8.09

A veces no me gusto tanto

Estaba en la estación de tren, cansada, esperando poder llegar a casa, con calor, hambre y sed.

Minutos antes, había sacado bastante dinero del cajero, y lo llevaba conmigo. Al cruzar la calle, un hombre negro, me preguntó amablemente si lo podía ayudar. Lo miré, ví su expresión tan frágil y los ojos enrojecidos y no dudé en desconfiar de él. De prejuzgarlo por su aspecto y porque yo llevaba dinero por el que temí. Moví la cabeza de izquierda a derecha, negándome a prestarle ayuda (me preguntaría dónde quedaba alguna calle?, me pediría dinero para volver a cierto lugar?. No lo sabré) y me alejé.

Una vez llegada a la estación de tren y antes de bajar al andén, decidí comprar una gaseosa o una de estas bebidas isotónicas. Me acerqué a la máquina de vending, elegí lo que quería tomar y metí las monedas. En ese momento, escucho una voz masculina que me pregunta: Excuseme lady, do you speak English?. Cuando miré hacia mi derecha, aún agachada, esperando recoger mi botella, me encontré con un hombre blanco, tatuado, de expresión preocupada y esperando mi respuesta. Nuevamente moví la cabeza hacía ambos lados, nuevamente sin pronunciar palabra, mientras volvía a la máquina de vending y el hombre intentaba comunicarse conmigo, esta vez en otro idioma (alemán quizás?) hasta que desistió ante mi indiferencia, y se fue.

La botella se quedó en la máquina, pero ésta, revirtiendo mi pensamiento de pérdida de mis moneditas, me las devolvió intactas.

Al incorporarme, tomé conciencia de lo que había hecho. Y no lo pude creer. Nuevamente prejuzgué, sintiédome quizás vulnerable. No sólo eso, sino que mi cansancio me impidió revertir la situación y no fui capaz de ayudar, o al menos intentarlo.

Me sorprendí porque yo generalmente trato de ayudar a todo aquél que me lo pide, sea en la calle o en un hotel, o en un súper, cuando alguna viejita me llegó a confundir con personal interno. Porque hace 10 años que estoy en contacto con el turismo, con los servicios, estudiando y aplicando la empatía, la solidaridad, la comprensión. En otro momento, probablemente hubiera sido mucho más solícita y polite. Pero ayer, ni siquiera pude emitir palabra. Sólo me negué y me alejé.

A veces no me entiendo muy bien... .

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