6.7.08

Lectura de verano, calor...

playa, olas, viento, arena... . Nada de eso señores, o por lo menos sólo de lejos de lunes a viernes. Que toca currar full-time y terminar el bendito proyecto!.
Jiji, bueno, no es para tanto; el otro día para despedir a Nati lo pasamos re-bien el chiringuito de Barceloneta, no?.

Pero luego de un cambio de horarios y rutina, me verán tempranito como una más, subida al metro y con librito de turno.

Tiene su encanto leer en el metro; mejor si se encuentra un asiento libre apenas uno sube, pero si no, apoyar las asentaderas en los cuadraditos azules de al lado de las puertas provee un lugar que; en combinación de piernas abiertas un poco más que el ancho de caderas; roza el 85% de seguridad de no caída ante curvas pronunciadas o frenadas imprevistas del L4 groc.

Sólo un inconveniente detectado hasta el momento: la atención hacia la lectura se ve interrumpida por dos factores: a)el control de estación, dado que si uno no las sabe de memoria debe ayudarse con los cartelitos del recorrido (... posible solución: alarma del móvil, ya la pondré en práctica) y b) el tener que mirotear de vez en cuando si alguna persona mayor o embarazada necesita el asiento que la mayoría de veces se encuentra. Es increíble cómo casi nadie se inmuta ante estos casos (tema que tratamos en largas discusiones con Dieguis, allá por el 2007), siendo los ininmutables, hombres y mujeres en perfectas condiciones (a simple vista) de ceder un asiento, y los afectados en su mayoría, personas mayores... .

Uf y ni qué hablar de cuando el metro se llena de guiris; de eso, en alguna próxima edición.

Hacemos un chin chin con un mojito, tereré o suc de poma ben fred?.

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