Yo no digo como Sebastián, adios a las corbatas, no señores. Yo digo adios a las camisas.
Así como lo lee, oiga. Adios a esas camisas cuyos botones se empeñan en desprenderse en plena Rambla Catalunya a mediados de julio. Rambla llena de turistas, oficinistas y negocios, algunos, de lujo. Que una no puede andar prendiéndose los botones a cada rato, como si disimulara para rascarse alguna de sus partes, cuando en realidad lucha disimuladamente contra el segundo empezando de arriba, que al ir por libre, también deja libres a las que contiene.
Fuera camisas señores. Porque los botones se desprenden a voluntad y no precisamente la de una. Desprendimiento causado por un ensanchamiento volumétrico notable inferior pero también superior. El superior para gozo de algunos, pienso en uno especialmente. El inferior, para ilusión de una y el otro, el mismo de antes. Y para uno nuevo que irá haciéndose su lugar en mí, y así en unos meses, comenzar a palpar este mundo, en vivo y en directo, con manitos nuevas, mente ávida, corazón puro.
Adios a las camisas. Bienvenidas remeras súper estirables, camisolas sin botones con corte princesa y etcéteras del estilo. Para comodidad de las damas, envidia de caballeros y comfort de quien está creciendo.
:)
21.7.11
Adios a las camisas
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